Este es un blog que se nutre de metaideas surgidas de todo espontil venidero en periodos digestivos, salvo, y claro está, improperios improcedentes que impresionen improbas improntas. (lo que esto significa, de mucho importa)

 

20 septiembre 2005

Érase una vez una vez

Buenos días. ¿Quién es el último o la última?

A las 7 horas y 36 minutos, en la cola del ambulatorio de la Seguridad Social había 6 personas. Sin embargo, y a pesar de la sencillez de mi pregunta, la cosa prometía.

Una señorita, acompañada de un señorito de 2 metros de alto por otros tantos de ancho dijo -Nosotros- con voz firme y segura. Acto seguido un señor de unos setenta y dos años, un mes y cuatro días, aproximadamente, apuntaba que después de él un muchacho tomó la vez, y no satisfecho con la vez fue también a tomar café, pero que volvería. Rápidamente el señor fue corregido por otra señora, ésta de unos cincuenta y seis años justitos aproximadamente.
-Sí, pero el muchacho va delante mía, y a él le da igual, porque él (refiriéndose a mí) va detrás de esa muchacha (la que está junto al muchacho de dos por dos cuatro)-
-Ah- Asintió el caballero de la quinta de Di Stéfano.
Como ya todo quedó en  orden, la de cincuenta y seis justitos aproximados sabía que algo no iba bien, dejando en el aire una nueva cuestión:
- Todos estáis aquí para consulta, ¿no? ¿o hay alguien para análisis?
La pareja de ella y el cuatro (pongamos del veinticuatro sin preguntar por qué ella es el dos) reaccionó al instante:
-Yo vengo para análisis-
La de cincuenta y seis me miró profundamente y me dijo "Entonces tú vas detrás mía, porque ellos van directamente arriba".
Creo que simultáneamente les dijo al veinticuatro: "Vosotros no hacéis cola. Tenéis que subir a la primera planta del tirón. Llevas el bote, ¿no?"

De nuevo todo estaba en orden: El veinticuatro no tenía que coger número. El primero para las citas era el señor de los años treinta, después un señor silencioso, a continuación el caballero ausente del café, le seguía la de cincuenta y seis, y por último estaba yo, con el número cinco.
De repente llega otra señora.
-¿Quién es el último?
- Yo- Replico rápidamente, antes de que se repita la explicación anterior.

En ese momento, aparecen dos caballeros. Uno de ellos se mezcla entre los cinco de la cola y el veinticuatro, y el otro pregunta -¿quién es el último?-, y el veinticuatro contesta:
-Este señor de aquí acaba de llegar-, y el aludido responde -¡Nooo!, yo vengo de tomar café- mientras sonríe y nos mira a todos.
- Entonces es esa señora- Dijo alguien señalando a la recién llegada.
- Pues ya soy yo- Dijo quien acompañaba al que tomaba café, mientras pensaba para sus adentros: "Encima de que vengo sin desayunar se me cuela uno que viene de tomar café. Será el tío cara. Cagondieeeez"
- ¿Qué vienes, para cita o para análisis? (Otra vez la de los cincuenta y seis. -Señora cállese, que usted es la cuarta de la fila, y ya va por el ocho- Pensaron seis de la cola)
Por fortuna, todos, salvo el veinticuatro, que no necesitaba número, estábamos allí para coger cita, aunque eso no fue óbice para que la de los cincuenta y seis explicase el porqué de su inquisición.

Otra señora, conforme se aproxima a la cola pregunta:
- ¿Quién es el primero?
Y se hizo un silencio. Esa pregunta no se la esperaba ni la de los cincuenta y seis.
A los tres segundos o cuatro, el que entonces era el último no tuvo más que decir: -El último soy yo-, y susodicha señora se excusó:
-Es que yo para saber quién es el último pregunto quién es el primero- y nos miró a todos sonriendo. (Se ve que estaba en la cola para coger cita con el psiquiatra)

Ya eran las ocho menos diez, y a la cola llegaba gente sin cesar, por lo que las preguntas y respuestas se sucedían sin orden aparente.

- ¿Quién es el último?
- Qué fríííío.
- ¿Para cita o para análisis?
- El muchacho de la camisa roja acaba de llegar. Pregúntale.
- Para citas.
- No, yo vengo con ella.
- Pero frío, chiquilla.
- ¿Esta es la cola de urgencias?
- ¿Quién es la última?
- Hola Manolita. ¿Cuánto tiempo sin verte por aquí?
(Supongo que la respuesta sería: Sí, es que llevo unos días sin venir porque he estado mala)
- Buenos díaaas
- ...
Etcétera.

De repente, cuando en la cola (que ya no era cola sino bulla) había más de una treintena de personas, se abrieron las puertas del ambulatorio y todo el mundo (salvo el veinticuatro) acudió a la ventanilla de citas. He de decir que me sorprendió una barbaridad cómo el barullo de la puerta se ordenó en cuestión de segundos y todo el mundo se puso en su sitio:
El veinticuatro subió las escaleras para su análisis. Di Stefano cogió su pole position, después el silencioso, el del café, la de cincuenta y seis, fernanblog, otra señora... y así hasta el último, que seguía sin llegar.
Cuando salía con mi preciada cita para las 12 del mediodía seguía llegando gente a la cola, con lo que después de tanto alboroto me tuve que ir con el mismo interrogante con el que había llegado.
Me temo que la próxima vez que vaya al ambulatorio tendré que volver a preguntar ¿Quién es el último?, y a ver si de una vez por todas me entero y no tengo que volver a preguntarlo.



Post-illas:
Amigo fernanblog, para ser el primero, lo cual no me librará de no ser el último en el caso de que nadie más ose a comentar tu narración de sanidad pública y sociedad carismática, me atrevo a no contestar el sinfín de dudas y aportes que siempre planteas en tus blogganzas cotidianas...

Sabrás por tu gran formación religiosa, ya que no en vano te has levantado todos los días de tu adolescencia entre cánticos conventuales y adorables oraciones. Que "en el país de los cielos los últimos son los primeros". Eso quiere decir que la señora que preguntaba por el primero no manifestaba ni más ni menos que el enfervorizado sentir popular de la búsqueda de una mejor vida después de la muerte... Y ahora me pregunto yo: entonces pa qué coño vas al médico, si en el peor de los casos, te mueres, y gracias a esa máxima divina te saltas la cola y su consabida espera?

Remontémonos a tiempos más cándidos, cuando coco nos explicaba aquellos conceptos tan básicos y entrañables de cerca-lejos; grande-pequeño; primero-último... etc. No seamos vengativos sociales y pensemos que la señora de 56 y el señor de los 30s, no tuvieron la oportunidad de recibir esa enseñanza en el momento oportuno. Por lo que son víctimas del momento histórico en el que vivieron.

Resumiendo: que el último es que le ha tocado. Y no me vengan con oenegeeces y misionerías de intentar quitar a los de detrás para pasarlos a la cabeza del pelotón, que siempre tendrá que haber uno por detrás de otro (absténgase de risitas soeces), a menos que cambiemos los conceptos, que es lo que tratan ahora la mayoría de los políticos y convencedores estadistas (no estadísticos).

Es decir, que si somos blancos es gracias a que otros tienen la piel más oscura y viceversa...

Hoy me hallo falto de forma al estar tanto tiempo sin inet, así que para la próxima iremos mejorando (curando) las postillas.
 
estoy pensando una postilla digna...

tic tac tic tac...
 
Lo de pedir número, es principalmente para darse a conocer a todos los de la cola, y que la de cincuenta y seis pueda defender que ella te dió la vez, de forma que tú no te tengas que pelear con nadie, ya que como bien dices, nunca se entera uno realmente detrás de quien va. Cuando llega el listo que no pide la vez, y trata de colarse diciendo que ya estaba allí cuando tú llegaste, ahí está la de cincuenta y seis con ganas de discutir para defender tu sitio en la cola. :D
 
Discrepo, luego opino.
Sí, señores y señoras, señoritos y señoritas. Discreppes con nata y sirope de caramelo.

Mi experiencia en la vida, en esto de las colas, es bien distinta. No digo que sea muy distinta, sólo que es distinta y que me parece bien. Yo, en mi discurrir por los mundos (la mayoría de ellos de yupi) me he encontrado y me he visto en muchos tipos de cola. Para el pescado, para el supermercado, para el médico, la cola para entrar en la cola, la cola de impresión, etc. Y pienso que el poste de fernanblog tiene un error. No es un error, porque cada uno vive su vida, pero:

No importa para qué sea la cola, ni cuánta gente haya, ni la forma de la cola en sí, ni (sobretodo) importa EL SEXO DE LA ÚLTIMA PERSONA DE LA COLA!!! la pregunta que siempre he tenido que contestar al encontrarme en el extremo de la cola ha sido siempre la misma:

¿QUIÉN ES LA ÚRTIMA?

Ya podía ir sin afeitar (de un par de meses), con los pelos del pecho sin depilar, la voz ronca y rascándome la entrepierna (propia). Da igual, ¿quién e la úrtima? Le faltaba decir al final un vocativo del tipo "...., niña."

Yo siempre respondía respetuosamente "Yo, señora". QUizás la señora entendía un "Yo señora", por eso a la siguiente "vez" me diría lo mismo.

¿Seré yo la última de nuevo, o vendrán más postillas detrás?...mmmm.
 
que conste que sé que fernanblog comienza el poste con
¿quién es el último o la última? pero esta última parte desaparece en el resto del poste.
Saludos y mis respetos (son míos)
 
Pues me he visto enzarzado en una duda melónica: Carlitos, quería burlarme de tu condición de el último de los posters, diciendo -"Ahh! Ahh! te has quedado el último, estás el último!"-, pero carantoñas del destino me veo en la autotraición de que el hecho de hacerte llegar esa información ma hace caer en mi propia melecina.
Así que si algún otro blogger cruel y despistado, como Yo, quiere salvarme seguramente Carlitos & me nos reiremos gustosamente de él por haber quedado EL ÚLTIMO.
 
Venga, pues yo mismo te hago el favor... ¿Nos reimos juntos de...?
Aggghhhhh Ohhhhh NOoooooo!!!!
 
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