Este es un blog que se nutre de metaideas surgidas de todo espontil venidero en periodos digestivos, salvo, y claro está, improperios improcedentes que impresionen improbas improntas. (lo que esto significa, de mucho importa)
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06 junio 2005Blog de notas
Mi primer examen fue en el colegio, y se llamaba "control", que era lo mismo, pero con ese nombre te ponías menos nervioso. No recuerdo muy bien qué nota saqué. Luego, en el instituto desaparecieron los controles, y entraron en juego los exámenes. De éstos los había más y menos gordos. Los más gordos se llamaban "suficiencia", y sólo había que hacerlos si no superabas los exámenes anteriores, que eran "finales". Igualmente, a veces te eximías de hacer los exámenes finales si aprobabas los exámenes comunes, digamos los normales o parciales.
La suficiencia era en realidad una segunda o tercera oportunidad, aunque llamada con ese nombre los nervios sí que estaban a flor de piel. La suficiencia eran palabras mayores. No obstante, en el instituto siempre había tipos duros mayores que tú que cuando te los cruzabas yendo para un examen parcial o incluso final te decían -no, no, yo apruebo en suficiencia, ¿para qué voy a perder hoy el tiempo?-, y mientras te las veías en el examen con los procesos de fotosíntesis, ellos la sentían en sus carnes, tomando el sol en el césped con un paquete de pipas Kelia y una litrona fresquita. Eso los hacía tipos duros, y también por eso eran más viejos, porque como en realidad la práctica visual de la fotosíntesis, a pesar de hacerla desde marzo a junio, no la aprendían del todo, pues en suficiencia la cosa no les iba demasiado bien, y repetían... sería que caían otras preguntas en sus exámenes. ¡Es que los profesores son unos bandidos! Después de aprobar durante cuatro años, o algunos más si sabías mucho de fotosíntesis, venía un examen más importante y que por su nombre lo debían haber inventado unos señores de la Alemania premural. El examen duraba dos días, y preguntaban todo lo que ya habías aprobado antes (!!¡¡¿?!?¿¿??¡¡¿¿¡!!?). Se llamaba S-E-L-E-C-T-I-V-I-D-A-D. De ese examen dependían muchas cosas. Demasiadas. La cosa no acababa ahí, y si eras un buen estudiante. -Perdón, quiero decir- si eras un estudiante selecto, seguías estudiando en unos recintos más especializados, en lo que seguramente debe ser la fragua del saber: en la universidad. En la universidad se aprendía muchisisisisímo de muchas cosas. De lo que más se aprendía era de fotosíntesis, y de lo que menos de ortografía. Pero bueno, a lo que vamos. Durante algunos años más se seguían haciendo exámenes. Ya en ese campo del saber (en el campus) los exámenes se llamaban sólo exámenes -Claro hombre, a estas alturas sin eufemismos-, y estabas con ellos unos años hasta que un día hacías un examen, y de repente te quedabas flojo perdío. Eso era señal de que, a pesar de no haber visto las notas, sabías que habías aprobado el último examen de la carrera que estabas estudiando, que de no ser por la s-e-l-e-c-t-i-v-i-d-a-d era la que querías estudiar. Anda que no. <MATIZ> Según la nota que sacaras en s-e-l-e-c-t-i-v-i-d-a-d, podías optar a unas carreras o a otras, porque las carreras universitarias ponían un listón (nota de corte) y un número máximo de alumnos que la podían estudiar (números clausus) y eso hacía que mucha gente estudiase carreras de "poca nota", y que otra gente se fuese a las de "mas nota", bien por ser la que gustaba, bien por puro elitismo. Depende como se las "ingenie" cada uno. </MATIZ> -Seguimos- Tras esa flojera, lo normal era que ya fueses titulado. Eso era señal de que de cada asignatura cursada a lo largo de tu vida habías superado, al menos, un control o un examen, con lo que tu saber era evidente. ¡Qué bien! ya está todo hecho. Ahora a jubilarse. -Mecachis- La jubilación viene después. Antes hay que buscar trabajo, encontrar trabajo, trabajar, eludir el síndrome "Laboris Fatigandum", cambiar si no de trabajo, seguir trabajando, -¡ah!-, cotizar, cotizar, cotizar, y trabajar un poco más. Ya está, ya te puedes jubilar. Por cierto, que hay otros exámenes que facilitan esta última parte, la parte de trabajar, cotizar, trabajar... Tales exámenes se llaman oposiciones, y de ellos no sé mucho, aunque sí de sus resultados. Sé que si apruebas uno de estos se te garantiza que en adelante no vas a tener que hacer ningún examen más, a pesar de que además de trabajar, te podrás pasar el resto de la vida estudiando la fotosíntesis, y este concienzudo estudio podrás hacerlo sin que nadie te pregunte la lección, porque ¿qué se le va a preguntar a un opositado? Pues de eso se trata en este post-e, de que pongas una post-illa diciendo qué preguntarías a un opositado. ¡Hasta otra!
Post-illas:
Yo le preguntaría: ¿De chico, que le hubiera gustado ser de mayor?
algo no muy complicado para no estresarlo...
Tengo yo un amigo, el cual no es imaginario, y que se llama Migue (aunque puedes decirle will), que cuando se encuentra a algunos amigos u conocidos opositados así como si dijésemos (o dijera mario moreno, aposición) depositados, les pregunta: illo qué, ¿has trabajado hoy?
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La respuesta casi siempre es... No. No lo voy a decir. Porque mi señora madre es funcionaria no opositada que funciona. << Vuelta al blog |
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